#9. A todos nos cuesta
La vuelta de las vacaciones y otros cambios de rutina te afectan a ti y, como es lógico, también a tu perro. Sin embargo, ellos no pueden racionalizarlo.
Se acaba el verano. La frase ya da bajón, porque no es una cuestión de team frío o team calor, sino de que, en breve, se acortarán los días, volveremos a estar más horas delante de las pantallas y tendremos que amoldarnos a una rutina más estricta.
Adiós, jornada partida.
Hola, día programado en el calendario con el curro, tupperware, gym, paseo con el perro, y a dormir.
A todos nos cuesta la vuelta a la rutina, y a tu perro más. Hay varias razones, pero la principal es que él o ella no puede prepararse como lo haces tú.
Con tu perro, deberías ir volviendo a una rutina de diario durante los últimos días de las vacaciones, dejarle solo a ratos, recuperar parte de los horarios que llegan para quedarse el resto del año.
La imprevisibilidad es su gran enemigo, y cuando estás en lo alto de una ola, no estás pensando en que, de golpe, la ola rompe, te caes de la tabla y te comes el agua de boca. (No sé por qué me ha salido metáfora surfera, perdonad.) Con la rutina, lo mismo. Así que intenta ir adaptando sus días, porque tú puedes racionalizarlo, él o ella no. Y también sé paciente, anda, porque si a ti que ya lo sabías te pilla el síndrome postvacacional (que no existe), imagínate a tu perro.