#13. Con los perros, no siempre es rápido
Mi recomendación es que empieces por buscar a alguien que sepa explicarte qué ocurre y cómo se plantea dar solución.
A veces, voy caminando, o conduciendo por alguno de los pueblos de por aquí, y veo a personas, o familias con perretes (o perrazos) descontrolados.
Me ocurre, supongo, como al psicólogo que observa la escena de una pareja discutiendo en el bar, o a alguien emitiendo, como suele decirse de una forma más técnica, una conducta disfuncional (o sea, comportándose de forma chunguilla para él, ella y, normalmente, también para los demás).
Ahí algo me hace clic.
Deformación profesional.
En el caso de los perros, (hoy) quiero señalarte tres cosas en las que quizá no has pensado mucho. O sí, pero se te olvida cuando estás paseando con tu colega.
3 cosas en las que pensar… con un perro reactivo
La primera. Cómo intentamos resolver estos problemas con materiales, como si alguien hubiera encontrado la fórmula secreta y la hubiese estandarizado y comercializado. Lo veo a diario, con familias comprando desesperadas un ronzal (halti de morro) —qué horror, y qué peligro—, un arnés antitirones o alguna herramienta bestia y prohibida, que yo no voy a mencionar, porque ni es ética ni es legal.
La segunda. Cómo queremos solucionar el problema YA. AHORA. ¿Te imaginas ir a terapia con la misma idea? Hay gente que lo hace: venga, déjate de historias, dime qué pasa y fuera, pero es ridículo. Los cambios requieren de un proceso y aprender a tolerar la frustración también nos va a convertir en tutores más conscientes.
La tercera... está más vinculada con cómo creemos que los comportamientos visibles son aquellos más importantes e ignoramos las conductas no visibles (a mí no me oiréis hablar de mente-cuerpo, o interno-externo, porque intento trabajar siempre basado en evidencia científica).
Una idea que tenemos que seguir combatiendo: que no se vea, no quiere decir que no esté afectando a su bienestar.
No hay un único culpable de todo lo anterior.
¿Y el culpable? Que yo lo vea
Podríamos culpar a la publicidad y a las marcas que intentan vender recetas milagro, pero esto cada vez ocurre menos. Nadie te vende un arnés diciéndote que te va a solucionar todos tus problemas.
Bueno, quizá el de la tienda de la esquina.
Podríamos culpar a las falsas expectativas de tener perro, a la mala suerte...
La realidad es que un perro con conductas desadaptadas es un animal que necesita ayuda y para el que no existen soluciones mágicas. Es probable que deba revisarse el material, la forma de pasear, la exigencia, los triggers o disparadores (estímulos desencadenantes) ante equis conducta, y mil cosas más.
Intentar simplificar estos problemas en exceso lleva por dos caminos igual de peligrosos.
Uno de ellos es lidiar con esto durante toda la vida del animal;
el otro, es caer en manos de gente, supuestos profesionales, que castigarán (mucho) e intentarán hacer desaparecer las conductas visibles del perro sin atender a su bienestar físico y emocional.
Las soluciones no siempre son rápidas ni fáciles (a veces, sí), pero sí deben tener una explicación científica y ser demostrables.
Si tienes un problema así (si tu perro se pelea con otros perros, se escapa atemorizado o ha mordido a alguien), mi recomendación es que empieces por ahí, por buscar a alguien que sepa explicarte qué ocurre y cómo se plantea dar solución.